domingo, 8 de abril de 2012

Modus operandi

Trepar paredes de palabras hasta llegar a la cima de la calma, sorteando tormentas de papel y cables, evitando las espinas azules que buscan los ojos. Recuperar las alas por el camino y conseguir que las plumas no se anuden es importante; tanto como recordar soltar después el lastre que, habiendo sido de ayuda en la escalada, es molestia en el vuelo.
No hay reloj, ni tiempo límite: no hay tiempo en absoluto, ni más responsabilidad que la de continuar ascendiendo luz arriba, estallando tantas veces como sea necesario, recomponiéndose siempre.
Una vez arriba sólo queda quitarse los guantes, y observar.

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