martes, 3 de septiembre de 2013

el azul

No dejo de tener la sensación de que está vacío, que el tiempo le drenó la inquietud y regó de lluvia su llama. Pero, aún y así, tiene un modo tan hermoso de estar vacío, de no tener nada que contar... Resulta difícil desterrar su presencia, carcasa o no; es como tratar de oponerse a la adopción de un perro y encontrarlo ya en casa, mirarle a los ojos y continuar defendiendo la propia negativa con menos convicción a cada palabra que se dice. Es exactamente eso, el perro que adoptamos sin querer adoptar porque pese a no querer quedarse se quedó.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

N22

No dejo de ser una esponja teñida del tono de aquello que absorbe, ya aquí, en esta caja llena de bostezos y colores que hacen aflorar instintos y precauciones no realmente necesarios en esta realidad, en este momento y espacio. Los violines que nadie más escucha gimen mientras tanto, como cuerdas de agua áspera bailando invisibles entre las barras amarillas y los cráneos nublados.
Mundo extraño éste: un hombre, una pantalla, y esta escritura de claqué dactilar sucediendo en medio de todo, como de mentira, como jugar a escribir en lugar de escribir. Recetas de plastilina hechas letra.

La voz en el techo tampoco es verdadera, por mucho que se empeñe en sonar con más fuerza de la que las barreras de plástico y cable pueden resistir. Reales son, sin embargo, los ronquidos de aquellos que desaparecieron por el camino dejando atrás sus cuerpos en el asiento azul y gris. Real es la mirada de alerta del que se mesa la barbilla imponiendo presencia, procurando que no se haga muy evidente que solo quiere llegar a casa. Real es la percusión en mis oídos, aunque en realidad no esté ahí. Real es el dolor de espalda y la presión interna, y el repentino chispazo de vida de quien súbitamente es consciente de haber llegado a su destino. Real es el peso de las horas, y la búsqueda de espacio.
Las calles cambian mucho de noche. No así la gente. La gente sólo cambia de día.

Son las tres horas con cuarenta y cinco minutos. Próxima parada, rosa de silva.

viernes, 27 de julio de 2012

Si quieres construir, construye

Pides que tienda los puentes que yo ya había cortado
después de que ahí en tu orilla no tuviera a qué aferrarme
y sólo piel me esperara. Sólo piel. Ninguna estrella.
Piel cubierta de palabras prometiendo mil futuros
-abortados por el miedo, el silencio, las espinas-
y carteles anunciando espectáculos de magia
cancelados por la lluvia.
¿Porqué debiera escalar de nuevo a una esperanza
que no quiso ser aún cuando le abrieron camino?
¿Porqué regar ese árbol con la luz de mis entrañas
si no quiso darme fruto? No debieras
creer que tengo motivos para malgastar mi fuerza
ofreciéndome ese pan cuando ya se acabó el queso.
Si tanto duele el abismo de aire que nos separa
tiende esos puentes tú. Yo no me muevo. Mi tiempo
pide otras atenciones, y mi voluntad se ocupa
en zurcir otros desgarros.
No encuentro razón alguna para arrancar mi costilla
y formar de ella una llave con la que tratar de abrir
puertas que otros cerraron.
Yo ya pedí y no obtuve. Busca tú el camino ahora.

miércoles, 25 de julio de 2012

Aviso

Analizar todo, descubriendo que en realidad no hay nada que entender, que las cosas son y punto, en esa vida de agua donde nunca es lo mismo fondo que superficie pero a veces se confunden.
Algunas dudas y algunas competiciones dirigen al puma que no es puma a alejarse de de sí mismo, llevándolo al olvido en su propia cabeza hasta difuminar el contorno de las certezas vibrantes de luz, de las alas, de las alturas insuperables y resplandecientes. Como si no se las hubiera ganado a pulso, como si no fueran la única guía de toda existencia imaginable; ahí es donde una pierde el norte, donde al mínimo descuido puede acabar descubriéndose bombardeando hormigas a obusazos o tratando de arrancar las propias extremidades.

Es imprescindible mantener los ojos bien abiertos en esos casos, vigilantes, cuidando de las herramientas tan sumamente necesarias, pues sin ellas no hay tarea posible. Y la tarea lo es todo. Tú también lo sabes, y sabes que no se trata de hacer formas o palabras, tampoco de alcanzar éxito alguno ni llegar a poseer un chalet con piscina en la sierra. Cada uno con la suya, mucho más allá de esos límites, de los límites de cualquier cosa anecdotizable.
No hay sacudida catártica salpicada de flujos en parque de juegos infantiles ni convulsión de la piel que valga, no hay mar de palabras puras ni bebida mágica con función de bote de espinacas. No hay carteles ni pancartas. Las distracciones son válidas, pero hay que cuidar de no perder el filo de la hoja al apartar la vista. Las superficies blandas mellan los mejores filos.

Lo sabemos bien. Sólo la sangre habla, antes incluso de la sangre misma, y todo lo demás nos confunde. Esa es la prueba ahora, la que ha de determinar la cortedad de vista del espíritu, donde fijar el foco más allá es fijarlo más adentro, y no ver equivale a perderse, ciego, en mitad del campo de batalla, la cabeza convertida en carpaccio sangrante, el alma deshilachada. No nos lo podemos permitir, lo sabemos bien. Pero saberlo no equivale a no olvidarlo.

Cierta noche como tantas

Crucificado aún reposas sobre piedra
mientras mi voz sonríe como si tal vez nunca
hubiera estado ahí
y me disfrazo entonces de esquina o de baldosa
que observa desde lo alto sin ser ya percibida
el baile del alcohol en las venas de otro
o el paso del quetzal anidado en la noche
de algún toro ciego, más cansado que nunca.
Rincón que se desliza entre las manos tibias
del viejo viento inmóvil buscando nada en nada
y encontrando todo
viviendo a manos llenas y bolsillos vacíos.

Mamo silencio
sabiendo bien así que no hay otra manera
de cruzar impoluta la nube de mosquitos
que enturbian la pureza de las luces dormidas
y el ala de aquel corzo que trata de volar.
Ya nada pesa
y me aferro a mi luz cual boya salvadora
ausente del dolor de las cuerdas ajenas
escuchando el murmullo de un pájaro azul
que atrapado en su jaula grita desde el final
de su propia armadura.
Me sobra el llanto
como también me sobran los comentarios huecos
de la clara ventana en que a veces reposo
mientras trata de dar un peso extraordinario
al vuelo de una mosca
cuando el aburrimiento es más que su horizonte.

Yo sólo floto
y dejo de escuchar, aún atenta a todo
mientras el mundo fluye.

Nosaber

Sólo dos sangres bastan para borrar tu huella
de siesta ya disuelta, de sueño de verano
que pronto olvida el tempo feroz entre las nubes
mientras tu tenue rostro se confunde en la niebla
dejando apenas limpio el esqueleto atrás
de las palabras dichas
y las ganas deshechas
de aquellos corredores que ya nunca cruzamos
y estas aventuras que no habrás de contar
pues nunca fueron.
Observo entristecida tu contorno difuso
como quien busca aún recordar lo soñado
pero perdió las piezas de la incompleta imagen
descompuesta en pedazos
tragada por las olas.

martes, 3 de julio de 2012

Despierto por la mañana, en rojo y blanco
y estiro la cabeza,
tratando de aplastar las dudas como insectos
anidando en mi cuello
perforando mis costillas
dejando atrás papel donde siempre hubo madera
y busco aquella candela
aquellas constelaciones
 aquel túnel de tripas.