Comienzan a marchar, cabeza en alto, haciendo su mejor esfuerzo por parecer irreductibles. Se inclinan para conseguir que los eslabones de sus cadenas brillen hasta parecer más soles que el sol mismo. Resplandecientes falsedades, alucinaciones holográficas, realidades alternativas, pasados que sólo comparten con el presente el vacío de su ausencia brillante y espejística. La vista se confunde, deslumbrada por tanto oropel. Los ojos se cierran, pero aún se puede ver a los demonios, desfilando en círculos alrededor de una, bailando samba, enseñando las nalgas, riéndose a carcajadas mientras busco la salida, pugnando por dejar atrás el desfile y recuperar la visión del sol en lo alto.
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