Oh, sí...
La Luna llama, y se abren las bocas dentadas de un pozo insondable, canal de existencia custodiado por luciérnagas azules. Las gargantas piden, reclaman con impaciente anticipación lo que saben ha de venir, lo que por ser anhelan.
Deberán esperar. Obviaremos, pues, su aullido, cubriéndolo de colores desconocidos y roces disimulados de dedos, y de hojas secas de agua y líneas y formas y olores suaves. Con limón, por favor.
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